Al portero pacense le está tocando esta temporada esperar su oportunidad desde el banquillo después de dos temporadas en las que lo jugó absolutamente todo. Aun así, el meta continúa trabajando por si en algún momento el equipo necesita de sus servicios.
La profesión de portero es una de las más concretas e injustas del panorama futbolístico. Continuamente en el foco de la diana, los errores de los guardametas se magnifican pues suelen suponer tantos en contra. Nada tiene que ver con errar un pase en el centro del campo o fallar un gol cantado. Cuando el portero falla, el mundo se tambalea.
El caso de Miguel Narváez ejemplifica lo comentado. A principios de campaña se le dio la oportunidad de formar parte del primer equipo del Badajoz, seguramente uno de sus sueños de niño. Narváez venía de ser el Zamora del Grupo 5 de División de Honor en la temporada 2020/21 y de convertirse en indiscutible con el Badajoz B en Tercera RFEF durante la 21/22. Su nivel estaba fuera de todas dudas y la oportunidad de llegar al primer equipo más que justificada.
Pero los sueños a veces son simplemente eso, sueños. El Badajoz repescó a Kike Royo del Sabadell, todo un estandarte de la portería blanquinegra y un difícil competidor para Narváez. Su rol se iba a definir rápidamente. En la temporada 2022/23 iba a ser portero suplente.
Existen muchos estigmas sobre esta demarcación. Pocas veces se tiene en cuenta a un futbolista que, a pesar de jugar muy pocos minutos, entrena las mismas horas o incluso más que el resto de sus compañeros. Además, no solo entrena para sí mismo, el guardameta suplente entrena para que el portero titular se encuentre en el mejor estado de forma, lo que para muchos puede llegar a ser contradictorio.
“¿Cómo voy a implicarme para que mi competencia rinda mejor y así tener menos opciones de jugar?” pensará más de uno. Es ahí donde entra el compromiso, el trabajo en equipo y el sacrificio por el colectivo, valores que Narváez demuestra cada segundo.
En base a lo mencionado, no sorprende las palabras de gratitud y los halagos que Kike Royo ha tenido siempre hacia Miguel. Antes de su partida a tierras catalanas, ya avisó a los responsables de que el Badajoz tenía el futuro cubierto en la portería. Además, tener un mentor de la talla del meta riojano es algo que Narváez no olvidará nunca.
Aunque aún no hemos visto las condiciones del portero pacense en liga, Narváez mostró un adelanto de su talento en un encuentro de pretemporada ante el Cacereño. Aquel día de septiembre, el portero fue titular, detuvo un penalti en el minuto 78 con empate a uno en el marcador y en la posterior tanda de penaltis detuvo dos lanzamientos que hicieron que el Badajoz se proclamara campeón del trofeo veraniego ‘Ciudad de Cáceres’. Aquel día, Miguel fue el héroe.
El talento, a pesar de no mostrarse, siempre permanece. Pero en muchos momentos, el talento y la calidad pasan a un segundo plano y lo que destaca son valores más humanos, como la generosidad, el compañerismo o el saber apartar los egos por un bien común.
Narváez es un portero joven, con unas condiciones tremendas y con un futuro muy prometedor, pero en la actualidad, Miguel ejecuta todos los días un trabajo en la sombra que pasa desapercibido para todos menos para los que comparten objetivos con él.